LUDIC "La gotita de agua"
En realidad fue después, quizás al secarse la tinta, cuando de este papel nació una botellita tan frágil y desgastada que había perdido su tapón. Estaba en la mesa de un niño que se afanaba en aprender las primeras letras. Cada vez que copiaba con su mejor caligrafía el abecedario, se levantaba, contemplaba su obra, bebía un traguito del agua de aquella botella y volvía a empezar.
Cuando reparé en ella no le quedaban más de dos sorbos, pero me llamó la atención ver que en su cuello se agolpaban varias gotitas revoltosas, y que a medida que bajaban, se engordaban, a veces se unían y con cada unión, dejaban un rastro de otras gotitas más pequeñas que al descender, repetían la misma historia. Pegué mis ojos al cristal y me di cuenta de que no eran varias, sino miles de millones de gotas las que se solapaban aparentando un sola.
"... x, y, z"... El niño dio otro trago y la historia volvió a empezar. Me fijé en una con forma estrellada y empecé a seguirla con la mirada:
- ¿Por qué me espías? - se oyó a una voz plateada.
- ¿Cual de ellas eres? - dije con la esperanza de que fuese la observada.
- Soy la que tiene el vestido blanco y los ojos negros; la de melenita corta color tierra ¿es que no me ves?
Me tuve que fijar mucho más para entender que todas eran distintas, y que lo que creía era una gota, suponían en realidad una ciudad de gotitas. Las había altas y bajas, ingenuas y despiadadas, elegantes y sencillas... También observé que cada medio milímetro la individualidad de cada una se disipaba: morían; pero la esencia, el agua, surgía de nuevo con rasgos distintos... Me apresuré a contestar para no perderla.
- Sí, ahora te veo... Estás muy guapa ¿Qué haces?
- Bueno, por las mañanas estudio y por las tardes trabajo... ¿Cómo puedes vivir teniendo tantos huecos? -agregó con su vocecita resabiada.
Tardé un momento en darme cuenta de que su visión sólo le permitía fijarse en la pupila de mi ojo derecho, y de que aún así, probablemente ella sólo debía ver mis células o incluso las moléculas o átomos de cada una.
- En realidad soy tan inmenso que podría abarcar - hice un cálculo rápido- diez millones de trillones de tus mundos... - me remordía la conciencia haber exagerado pero...
- Eres gracioso, me gustas... sin embargo tengo que irme porque si no nunca terminaré mi carrera, y si no lo hago mis padres se enfadarán, y además...
- ¿Cómo te llamas? -Interrumpí lo más suavemente que pude, pero me irritaba que no se diera cuenta de su ignorancia ¡al fin y al cabo era una gotita de agua!
- Me llamo Ludic -dijo mientras se alejaba.
- ¡Ten cuidado, no corras! - grité viendo que iba en la misma dirección que lo que parecía un autobús de gotitas...
- Uff... ¿Cómo sabías lo del "autoglup"? ¿Quién eres? Debo estar loca pues estoy hablando sola.
La miré sonriendo pero decidí callarme. Adiós Ludic, pensé mientras corregía el rabito de "d" que el niño siempre solía hacer hacia abajo... Cuando me fijé de nuevo Ludic había envejecido tanto que apenas la reconocí...
- ¡Hola! Veo que tienes hijos y trabajo ¿Ya eres feliz? -intenté retomar la conversación.
- No lo soy -respondió ya una voz una rasgada. Ahora que soy muy mayor, ahora que no sólo hijos sino nietos han nacido de mi, siento que no sé a donde voy...
- Yo lo sé. Lo he visto miles de veces... La autonomía de tu cuerpo desaparecerá, pero tu "hidroalma" -me sentí orgulloso de mi ingenio- permanecerá y tomará otra forma.
- ¿Y así indefinidamente? -me replicó.
- No, no... al final, dentro de cientos de "formas", te reunirás en el fondo de la botella, digo del hidrouniverso, con millones de otros seres como tú. Debe ser hermoso sentirse unidos los unos con los otros - reflexioné en voz alta.
- ¿Y no podría llegar antes a sentirme tan cerca de los demás? ¿Estarán allí mis padres y mis abuelos?
- Bueno, claro que sí, pero antes te diré que no estarás cerca, sino que serás una con ellos... En realidad ya lo eres pero dejemos eso para luego. Si te fijas, a tu derecha hay un espacio donde la bote-, ejem, ejem, donde tu hidrouniverso no tiene pliegues... Allí hay un canal por donde te deslizas mucho más rápido, pero sólo las gotitas, ejem, sólo aquellos de vosotros que os sacáis esas impurezas de vuestra hidroalma la encontráis El resto, al pasar por los pliegues del cristal, ejem, por los avatares de distintas existencias, os vais librando de ellas, de modo que al llegar al fondo sois tan puros "como el agua" - me hizo gracia la comparación.
- No sé que es el agua, ni la hidroalma, ni el hidronosequé -me enfatizó triste- pero creo que te comprendo. Es que hoy estoy muy enfadada con la que creía mi amiga... Nadie me quiere -sollozó...
- Espera Ludic -sonreí. Vosotras no podéis estar enfadadas... ¡Si sois la misma cosa! Mira, hubo una vez un sabio que siempre contaba la misma historia:
"Se preguntaba el agua por qué estaba fría... ¿Se lo preguntaba realmente? Se preguntaba por qué todos la trataban con desprecio y desconfianza, y a medida que se iba sintiendo más y más sola, con más desprecio y desconfianza la trataban...
Se lo siguió preguntando hasta que un día se miró por dentro y vio finísimos cristales que nacían en su seno... Era un trocito de hielo, y al instante de darse cuenta comenzó a fundirse, y ya nadie la trataba con desprecio y desconfianza..."
- La historia es bonita - me replicó. Pero aquí cada cual vive su vida y si te descuidas, paf, te la pegan...
Me desesperé intentado encontrar las palabras exactas que pudieran trasmitirle mi visión de unicidad... ¡Era tan fácil para mí que me parecía estúpido que no se diera cuenta...!
En fin - dije resignado. Créeme: sois una misma cosa, y los conflictos sólo surgen con los demás o con las cosas cuando uno no tiene conciencia de ser parte de los demás y de todas las cosas... Imagina que tu brazo derecho adquiriese autonomía: ¿rascaría al izquierdo cuando éste lo necesitase?
- No lo veo nada claro -contestó violenta.
- Quizás te ayude la experiencia que viví un día al despertar. Le conté que una mañana me levanté más ligero que nunca, y cuando retiré la sábana que me cubría empecé a revolotear entre mí mismo: sí, no hay otra descripción posible, porque mis manos flotaban junto con mis piernas y alrededor de mis pies y orejas, que parecían haberse unido... Me estremecía el espectáculo de ver y verme, pero el primer problema vino cuando sobre mi mano izquierda se posó un mosquito... Quita de ahí, le dije al punto en que mis labios se desasieron de mi boca para estamparse en el techo... Pronto la picadura me empezó a escocer con tal ansiedad que quise rascarme, pero mi mano derecha parecía más entretenida en arrancar mis cabellos uno a uno que en aliviarme...
- ¿Por qué habría de rascarte? -dijo una insolente mano derecha.
- ¿Me pica mucho? - se quejó la izquierda...
- Hazlo tú misma -espetó divertida la diestra...
- Sabes que no puedo... Venga, quizás mañana te pase a ti
Para alegría de mi cabeza, la mano derecha detuvo la tala de mi ya escaso pelo, y sumida en una reflexión, hizo que su homónima firmara un documento donde se plasmaba el compromiso...
- Así te vale...
- Gracias - dijo la otra con un gran suspiro de alivio...
Yo lo había observado todo, y me di cuenta del error: La mano derecha sólo habría sanado a la izquierda sin compromisos fastidiosos si hubiera tenido conciencia de ser parte de mí...¡Cómo podría disfrutar una de tus manos del tacto de un suave terciopelo, mientras la otra se estremece por la mordedura de una serpiente!
Me quedé triste y confuso, envuelto aún en la esquizofrenia colectiva de mis órganos, y debí de nuevo soñar, pues al despertarme, cuando un mosquito se posó sobre mi mano izquierda, la derecha se apresuró a espantarlo para que no me picara... ¿O debería decir para que no nos picara?...
- No dudo de tu ingenio pero... -agregó una triste Ludic...
Adiós gotita -pensé de nuevo... Quizás deba ser así de momento.
"x, y, z"... El niño se levantó, miró distraído su abecedario y tomó la botella...
- ¡No lo hagas! - le protesté intentando preservar millones de vidas.
- Tengo sed -respondió con la sencillez de la razón... Además, si te preocupan las gotitas debes saber que cuando uno bebe sólo toma las del fondo. Ellas entonces entran en mí y yo en ellas... El resto siguen su camino hasta el siguiente sorbo. Además, yo las creé y constantemente las vigilo y encauzo... ¡Nunca les haría daño! -me explicó mientras comenzó "a, b, c..."
Entonces me fijé bien y me di cuenta de que la botella no era tan frágil y desgastada; que no había perdido el tapón, sino que nunca lo había tenido, y que pese a los sorbos del niño, nunca disminuía el caudal de su agua (¿o quizás sí?). Detuve mis ojos en el tercer pliegue mientras pensaba, y una voz plateada me dijo:
- ¿Por qué me espías?
Miré al niño quién me devolvió una gran sonrisa. Luego continuó "h, i, j..."