DESDE EL LIMEN DEL LIMBO. Historias absurdas de la tribu "Ribut"
HISTORIAS ABSURDAS DE LA TRIBU "RIBUT".
"Qué divertido" es, de cualquier modo, una buena manera de comenzar a escribir, sin embargo no lo era así para los miembros de la tribu "Ribut". Para empezar no sólo debían sentarse sobre las brasas de una fogata, lo que siempre agiliza la inventiva, sino que tenían que usar su propia sangre como tinta. En la vida de todo escritor se sucedían tres fases: exinanido al comienzo; cuasi exangüe si era ávido; y finalmente exangüe y, por ende, exánime, habitualmente antes de finalizar su primera obra.
Butri "El anémico" era, sin duda, el más insigne escritor de entre ellos, también el más longevo, aunque todos sabían que no le quedaban más de tres páginas. En efecto, el pobre Butri apenas si podía andar, y su debilidad se acrecentaba con cada línea, con cada palabra, con cada letra... Cualquier día, en cualquier epígrafe en mayúsculas, subrayado y rojita perdería el hilo de su existencia. Aun así, seguía y seguía narrando las costumbres de su pueblo, y en el periódico diario "El Vampiro", del que era director, hacía gala de ser uno de los mejores comentaristas televisivos.
"El Vampiro" se había reconvertido varias veces, la más importante cuando se suprimieron las cotizaciones bursátiles en las que tantos habían dejado su vida, pero su objetividad y concisión nunca se pusieron en duda. Su primer número fue histórico: "NACE EL VAMPIRO", se decía en grandes titulares de casi una página, para a continuación añadir, "Y YO UTRIB SERÉ SU DIRECTOR POR LA GRACIA DE MI ELECCIÓN ENTRE LOS HOMBRES JUSTOS DE NUESTRO PUEBLO, A SABER (por orden alfabético) EL EXCELENTÍSIMO SEÑOR DON Aaa", para señalar de seguido tras tachar lo anterior "Y YO BITRU SERÉ SU DIRECTOR POR LA GRACIA DE MI ELECCIÓN ENTRE LOS HOMBRES JUSTOS DE NUESTRO PUEBLO, A SABER (por orden alfabético) EL EXCELENTÍSIMO SEÑññ", consiguiendo de esta forma tan ingeniosa, dirían después las crónicas, no sólo varios cientos de primeras páginas, sino otras tantas en la sección de esquelas, y es que los "Ributs" eran muchos y todos justos.
Afortunadamente, el ingenio de nuestro cada vez más anémico Butri le llevó a usar comillas debajo de lo escrito por sus predecesores, por lo que sólo tuvo que añadir "Y YO BUTRI "El tropecientos" SERÉ SU ,, ,, ,, ,, ,, ,,Y DEMÁS HOMBRES JUSTOS". A su inagotable perspicacia hay que reconocer también vocablos como <ídem>, o los tan recomendados <...>.
Pero el extremismo de los "Ributs" no sólo afectaba a lo escrito sino también al lenguaje oral pues era norma muy venerada expresar por completo una idea sin poder respirar hasta que se hubiese expuesto la misma en toda su amplitud por lo que tampoco al escribir se solían usar comas o puntos Observe el lector la dificultad de este hecho si se lee por completo este párrafo respetando las evidentes ausencias de puntuación y consagrando así ésta sin duda nunca bien ponderada norma por la que tantos murieron asfixiados
(Confiando en que alguno de los lectores haya omitido su cumplimiento, continuaré la historia).
En cualquier caso, estos pequeños matices variaban profundamente la organización social. Así, los periodistas eran llamados los verdugos suicidas. Verdugos porque, ante cualquier simple pregunta como -¿Qué hizo usted desde que nació hasta hoy?-, el interlocutor palidecía resignado a una muerte segura, aunque sabedor de que llevaría también a la tumba a su requirente cuando éste trasladase sus palabras al diario. A los reos no se les encerraba en oscuras celdas, sino que se les hacía locutores de televisión o radio, o a los más humildes se les contrataba en Telefónica para escribir las guías. Pero para hacer honor a la verdad, lo cierto es que no había reos, porque ni el policía más aguerrido sobrevivía a la lectura de los derechos del detenido; y cuando se entregaban voluntariamente, tampoco el juez llegaba vivo al final de la sentencia; y aunque ésta fuera breve, tampoco quedaban jueces, porque realmente nadie opositaba, ni a judicaturas ni a ninguna otra cosa.
Ante estos hechos se comprenderá la fama que alcanzó nuestro protagonista, eliminando la primera causa de mortalidad infantil, al suprimir de la enseñanza obligatoria la lista de los Reyes Godos. Fue, sin duda, por ello por lo que a Butri le fue concedido el Premio Nobel de Medicina, por esto y por la aplicación de una cubierta de látex a los pergaminos que redujo considerablemente ciertas transmisiones víricas, aunque el látex nunca fue bien visto por las "autoridades morales". Éstas, más bien, recomendaban la “no lectura”.
Las particularidades narradas han hecho que la cultura "Ribut" apenas sea conocida, pero fue, sin temor a equivocarme, el pueblo más conciso de la Historia. En su seno nunca se vertieron palabras o frases ociosas, nunca se emplearon circunloquios, y en "El Vampiro" jamás se publicó noticia que no fuera cierta por temor a la rectificación del día siguiente.
Butri murió, pero no en cualquier epígrafe subrayado y en rojita, sino en el correspondiente a su crítica de televisión, lo que hizo gala de su buen gusto.
"Qué divertido" es, de cualquier modo, una buena manera de comenzar a escribir, sin embargo no lo era así para los miembros de la tribu "Ribut". Para empezar no sólo debían sentarse sobre las brasas de una fogata, lo que siempre agiliza la inventiva, sino que tenían que usar su propia sangre como tinta. En la vida de todo escritor se sucedían tres fases: exinanido al comienzo; cuasi exangüe si era ávido; y finalmente exangüe y, por ende, exánime, habitualmente antes de finalizar su primera obra.
Butri "El anémico" era, sin duda, el más insigne escritor de entre ellos, también el más longevo, aunque todos sabían que no le quedaban más de tres páginas. En efecto, el pobre Butri apenas si podía andar, y su debilidad se acrecentaba con cada línea, con cada palabra, con cada letra... Cualquier día, en cualquier epígrafe en mayúsculas, subrayado y rojita perdería el hilo de su existencia. Aun así, seguía y seguía narrando las costumbres de su pueblo, y en el periódico diario "El Vampiro", del que era director, hacía gala de ser uno de los mejores comentaristas televisivos.
"El Vampiro" se había reconvertido varias veces, la más importante cuando se suprimieron las cotizaciones bursátiles en las que tantos habían dejado su vida, pero su objetividad y concisión nunca se pusieron en duda. Su primer número fue histórico: "NACE EL VAMPIRO", se decía en grandes titulares de casi una página, para a continuación añadir, "Y YO UTRIB
Afortunadamente, el ingenio de nuestro cada vez más anémico Butri le llevó a usar comillas debajo de lo escrito por sus predecesores, por lo que sólo tuvo que añadir "Y YO BUTRI "El tropecientos" SERÉ SU ,, ,, ,, ,, ,, ,,Y DEMÁS HOMBRES JUSTOS". A su inagotable perspicacia hay que reconocer también vocablos como <ídem>,
Pero el extremismo de los "Ributs" no sólo afectaba a lo escrito sino también al lenguaje oral pues era norma muy venerada expresar por completo una idea sin poder respirar hasta que se hubiese expuesto la misma en toda su amplitud por lo que tampoco al escribir se solían usar comas o puntos Observe el lector la dificultad de este hecho si se lee por completo este párrafo respetando las evidentes ausencias de puntuación y consagrando así ésta sin duda nunca bien ponderada norma por la que tantos murieron asfixiados
(Confiando en que alguno de los lectores haya omitido su cumplimiento, continuaré la historia).
En cualquier caso, estos pequeños matices variaban profundamente la organización social. Así, los periodistas eran llamados los verdugos suicidas. Verdugos porque, ante cualquier simple pregunta como -¿Qué hizo usted desde que nació hasta hoy?-, el interlocutor palidecía resignado a una muerte segura, aunque sabedor de que llevaría también a la tumba a su requirente cuando éste trasladase sus palabras al diario. A los reos no se les encerraba en oscuras celdas, sino que se les hacía locutores de televisión o radio, o a los más humildes se les contrataba en Telefónica para escribir las guías. Pero para hacer honor a la verdad, lo cierto es que no había reos, porque ni el policía más aguerrido sobrevivía a la lectura de los derechos del detenido; y cuando se entregaban voluntariamente, tampoco el juez llegaba vivo al final de la sentencia; y aunque ésta fuera breve, tampoco quedaban jueces, porque realmente nadie opositaba, ni a judicaturas ni a ninguna otra cosa.
Ante estos hechos se comprenderá la fama que alcanzó nuestro protagonista, eliminando la primera causa de mortalidad infantil, al suprimir de la enseñanza obligatoria la lista de los Reyes Godos. Fue, sin duda, por ello por lo que a Butri le fue concedido el Premio Nobel de Medicina, por esto y por la aplicación de una cubierta de látex a los pergaminos que redujo considerablemente ciertas transmisiones víricas, aunque el látex nunca fue bien visto por las "autoridades morales". Éstas, más bien, recomendaban la “no lectura”.
Las particularidades narradas han hecho que la cultura "Ribut" apenas sea conocida, pero fue, sin temor a equivocarme, el pueblo más conciso de la Historia. En su seno nunca se vertieron palabras o frases ociosas, nunca se emplearon circunloquios, y en "El Vampiro" jamás se publicó noticia que no fuera cierta por temor a la rectificación del día siguiente.
Butri murió, pero no en cualquier epígrafe subrayado y en rojita, sino en el correspondiente a su crítica de televisión, lo que hizo gala de su buen gusto.
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